
Katherín Suárez
Comunicación Social y Periodismo
Desplazamiento. Significa trasladarse de un punto a otro, pero en Colombia a causa de las condiciones políticas y sociales actuales significa: exilio, muerte y dolor. Los desplazados llevan una carga pesada y dura, impuesta por los gobiernos de turno, difícil de soportar. Es pues, el desplazamiento, abandonarlo todo: los sueños, las utopías, la familia, la lucha por el cambio social.
¿Cuál es la relación que existe entre pobreza y desplazamiento? La población desplazada es una población que es convertida en pobre gracias a la fuerza nefasta de las armas de las fuerzas militares-narco-paramilitares, con el fin de ‘secarle el agua al pez’ y de despojar a los campesinos e indígenas de sus tierras y apropiarse de ellas.
Los desplazados internos colombianos, representan el 9,3% de la población nacional, suelen ser residentes de áreas rurales que huyen de la violencia protagonizada por las guerrillas y las nuevas encarnaciones de los grupos paramilitares.
A ello se agrega que en 46% de los casos, las familias colombianas desplazadas solamente cuentan con la madre, debido a que el padre ha sido asesinado o está desaparecido.
“Se van o se mueren, una de las dos cosas, no es más”
Testimonios como este se escuchan a diario de boca de miles de colombianos que son victimas de la violencia en Colombia, un terrorismo que desde hace 33 años esta desangrando a nuestro país, que desde 1986 ha causado 20 mil muertes por problemas políticos. Una guerra sin fin que dejo 30 mil muertos en 1993 , que lleva 12 mil bajas en la última década y ahora tiene como principal consecuencia el desplazamiento.
Cansadas de vagar cual espectros por las calles y avenidas 1.044 familias instalaron a mediados de marzo de 2009 su campamento frente al Congreso de la República, en la plaza donde fue sacrificada el 14 de noviembre de 1817 la heroína de la emancipación, Policarpa Salavarrieta.
En cada cambuche vivían entre seis y ocho personas hacinadas. Ahí durmieron a la intemperie bebés, niños, ancianos, mujeres y hombres.
Cansadas de vagar cual espectros por las calles y avenidas 1.044 familias instalaron a mediados de marzo de 2009 su campamento frente al Congreso de la República, en la plaza donde fue sacrificada el 14 de noviembre de 1817 la heroína de la emancipación, Policarpa Salavarrieta.
En cada cambuche vivían entre seis y ocho personas hacinadas. Ahí durmieron a la intemperie bebés, niños, ancianos, mujeres y hombres.
Los desplazados representan ese país clandestino al que todos le dan la espalda. Son unos apestados que huelen a pobreza y al igual que un indigente muchas veces causan temor.
¿Adónde ir? Es la pregunta que los 4,3 millones de desplazados por la violencia Colombiana se hacen cuando grupos al margen de la ley llegan a desterrarlos de sus hogares, quizás a meterse debajo de un puente o a compartir la madriguera con las ratas y alimañas o mejor aun irse a vivir o convertirse en uno de los miles de indigentes que cada día son mas en Bogotá.
Los desarrapados como muchos les llaman tuvieron que soportar durante casi tres meses como si fueran indigentes el frío nocturno, el inclemente rayo del Sol y los torrenciales aguaceros en cambuches, armados con unos plásticos negros, además de verse en la necesidad de acoplarse a las colchonetas descompuestas y los improvisados fogones mientras que exigían atención del Gobierno como si fuera poco con lo que estaban viviendo, muchas veces se vieron el necesidad de mendigar extendiendo sus manos pidiendo una limosna, sin importarles que estuvieran, sucias, llenas de picaduras de pulgas, que a los ojos de una persona que no ha tenido que pasar por ningún tipo de carestía producían asco, lo único que querían era que alguien se apiadara de su situación y les brindara una ayuda, pero desafortunadamente muy pocos llegaron a conmoverse con su situación, la mayoría de las veces recibieron a cambio una mueca de desprecio, de asco e indiferencia total.
Un claro ejemplo de la situación por la que han tenido que pasar tantas personas que han sufrido el desplazamiento como consecuencia de la violencia Colombiana es la historia de Alfredo, un santandereano de aproximadamente 36 años quien tuvo que salir huyendo junto con su esposa y 5 hijos de su hogar situado en el Barrio Girardot en Bucaramanga, la Ciudad de los parques.
Todo gracias a las amenazas que recibió por parte de las Águilas Negras un grupo armado ilegal, que suplanto la identidad de este para solicitar un préstamo en el Banco Bancafe por 56 millones de pesos y al descubrir que él se había percatado de los hechos y había demandado esta situación ante la fiscalía, llegaron una mañana amenazándolo y afirmando que “muerto el, muerta la deuda”, lo que lo llevo a salir con lo que tenia puesto y en compañía de su familia.
Huyo dejando todas sus pertenencias, pero con la ilusión que al llegar a Bogotá podría recuperar su negocio, su moto pero sobretodo su casita y lo poco o mucho que con el fruto de su esfuerzo había logrado conseguir como vendedor ambulante.
Pero para desgracia de este bumangués fue una total odisea lograr llegar a la Capital Colombiana tuvo que caminar cientos de kilómetros hasta que un conductor de una buseta afiliada a la empresa de Transportes Reina se apiado de el y de su familia y los trajo en ese entonces a todos por $20.000 pesos.
Al llegar a Bogotá, lo hizo con la ilusión de que su vida cambiaria y que recibiría ayuda por parte del gobierno, pero desafortunadamente no fue así, al llegar, no niega que si lo ‘apoyaron’ dándole posada a él y a su familia en la casa del inmigrante por 15 días, después como si se tratase de unos perros, los sacaron a la calle a pasar penas, hambre pero sobre todo miles de necesidades.
Como pudo intento conseguir una pieza donde poder pasar las noches junto a sus 5 hijos e esposa, pagaba $6000 pesos diarios, como no tenia dinero ni ayuda económica por parte de nadie, ya que el no tiene familia y la de su esposa se encuentra muy lejos, después de tenerlo todo llego, se vio en la necesidad de mendigar e intentar sacar a su familia ‘adelante’ gracias a la caridad de los Colombianos que mucho o poco se apiadaban de su historia.
Las noches en esa pieza ubicada en el Barrio Santa Fe no fueron nada cómodas para este Santandereano, ya que las pulgas lo cogieron y en menos de una semana lo mandaron para un hospital dejándolo 15 días recluido y con huellas imborrables en su piel, cuenta que fue terrible, le picaron todo el cuerpo, y lo peor fue que el estando en el hospital no podía enviarle el sustento diario que con mucho esfuerzo lograba conseguir en las calles bogotanas diariamente, así que se vio en la necesidad de empezar a pedir ayuda a la gente que transitaba diariamente por el centro médico, “gracias a Diosito pude reunir durante esos días la plática, la gente se conmovió conmigo, con mi situación, pero sobre todo con mi historia”.
Después de su recuperación lo primero que salió a hacer fue a reubicar a su familia, logro conseguirse una habitación en el Barrio Policarpa Salavarrieta, allí paga $10000 pesos diarios pero afirma que están mil veces mejor y que lo bueno de la ubicación de este apartamento fue que pudo poder a estudiar a sus 4 hijos mayores en un colegio Distrital en el que no tuvo que pagar nada, por la condición en la que se encontraban, con la ayuda de las directivas, logro conseguirles el uniforme de diario mientras que el uniforme de educación física no lo ha logrado conseguir por lo que sus pequeños no han podido recibir esta materia.
Por esto y por muchas razones es que se vio en la necesidad de trasladarse a la Plaza de Bolívar, estuvo allí pidiendo al gobierno que lo ayudara y le brindara las ayudas necesarias para poder salir adelante con su familia, en ese momento no le importo, aguantar frio, hambre y todas las necesidades que se presentaron durante su ’estadía’ en este ‘hotel’.
Finalmente, llegaron a un ‘acuerdo’ con el gobierno y desalojaron ‘voluntariamente’ la Plaza de Bolívar, hoy prácticamente un año después no he vuelto a saber nada de Alfredo y de su familia, no logre estar al tanto de el desenlace final de esta historia, tal vez este en Girón, atendiendo su tienda, o este parado en un semáforo de los tantos que existen en la Capital colombiana, junto con su esposa e hijos y esposa, con un cartel en sus manos pidiendo colaboración y recibiendo en la gran mayoría de los casos insultos y frases como ¿Usted tan joven que es porque no busca trabajo? mantenido. Suena cruel pero así lo es. Igual desde el fondo de mi corazón, solo espero que donde quiera que este, se encuentre bien, que no esté recibiendo insultos por parte de nadie pero sobre todo, que este capítulo en su vida y en la de su familia ya se esté cerrando.